EL VALOR DE LA MUJER A LOS OJOS DE DIOS
¡Oh! Señor, Tu eres el alfarero Divino que con tus manos me formaste, frotándome, moldeándome, puliéndome, perfeccionándome.
¡Oh! Señor, Tu eres el arquitecto de mi vida, el constructor de vidas, has puesto en mí, Espíritu de vencedor, soy tu hija y me has dado tu Nombre y me has dado de tu Santo Espíritu. Soy imagen y semejanza tuya, soy tu simiente, soy tu heredera
¡Oh! Señor, Tu eres el forjador, el sanador, el fortalecedor, el ayudador.
Tu eres mi Señor, eres mi Dios.
Mujer ejemplar, ¡Es mas valiosa que las piedras preciosas!” Proverbios 31:10
¿Se ha preguntado alguna vez cuál es su valor? Vuelva a leer el versículo clave de esta semana. ¡Imagínate! En los ojos de Dios, tu valor es más cuantioso que el de las piedras preciosas. Dios es nuestro creador, amándonos a cada una porque nos hizo con todo su orgullo, para mostrarle al mundo que la mujer es especial. Pon atención a esta historia, dándote cuenta de que tú eres el jarrón bellísimo, esa jarra única.
El alfarero pasaba sus días junto al río sacando barro fresco con sus manos, escogiendo bastante tierra para crear la vasija perfecta.
Un día él soñó acerca de una vasija que iba a colocar en su ventana. Su plan era mostrar este jarrón a todos los que pasaran frente a su casa. Cualquier persona que viera este arte único sería cambiada por la pura existencia de este jarrón.
El alfarero andaba por los lados del río donde encontró el barro que necesitaba y se lo llevó a casa. Allí en su lugar de trabajo, sacó el barro y empezó a arreglar su masa. Mezcló el barro, pegándolo y estirándolo. Tiró la mezcla contra la mesa asegurándose que no había huecos de aire. Trabajando con el barro lo amasó y, poco a poco, lo transformó a un diseño único. Con sentimientos profundos miraba hacia la ventana porque un día iba a poner su creación allí. Finalmente, al culminar el día, se puso de pie admirando su trabajo.
Deleitado, exclamó, “Esto es bueno. Esto es muy bueno.” Allí ante sus ojos estaba un jarrón bellísimo con curvas perfectas, asas delicadas, bordes ondulados y una base sólida. El alfarero usó sus dedos para firmar su marca en el jarrón. Escogió piedras preciosas para decorarlo. Estaba completo.
Abriendo el horno, puso el jarrón en el fuego. La obra se cocinó durante muchos días y cuando abrió el horno y sacó el arte acabado, él sonrió. “¡Maravilloso!”
Sus planes se habían desarrollado de la misma manera que él había soñado. Colocó la jarra en la ventana pero no había acabado.
Ahora tenía que darle vida y propósito. La llenó con agua y flores perfumadas y coloradas. El trabajo se había terminado pero su propósito viviría por la eternidad porque cada persona que pasaría por este lado querrá saber quién la creó.
¿Sabes que Dios es El Alfarero? La Biblia dice, “A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú El Alfarero. Todos somos obra de Tu mano.” Isaías 64:8
Dios tuvo un plan cuando te creó. “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” Jeremías 29:11
Tú eres una hechura especial. Dios desea que brilles para traerle a Él la gloria. Cuando nos enfocamos en sus planes y no en nuestras expectativas, la vida cambia. Como el florero en la ventana, deja que tu vida sea formada en las manos de Dios. Él hará una diferencia, trayendo belleza y luz al mundo.
Recuerda que, “Cuando Dios nos dio la buena noticia, puso, por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el poder de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles como el barro.” 2 Corintios 4:7
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